EUROPA
PRESS
6
junio 2017
El proceso oncológico es duro y muchas veces muy largo. Machaca
tanto física como psicológicamente a los pacientes. Por eso, todo aquello que
ayude a paliar ese dolor siempre será bienvenido.
Con los
últimos avances médicos se ha conseguido restaurar partes del pelo que se
pierden tras una quimioterapia, simularlas con un 'tatuaje' semipermanente o
micropigmentación, por ejemplo en las cejas, o bien 'reconstruir' estéticamente
una areola mamaria tras una mastectomía.
"Este
tratamiento ayuda a curar la autoestima de los pacientes oncológicos. Ayudamos
a los pacientes a mejorarla y, estéticamente, estos pueden volver a verse como
antes de la enfermedad. Siempre nos dicen lo mismo. Es como un antes y un
después. Es como cerrar un ciclo", celebra en una entrevista con Infosalus María Dolores Pérez Sancho, enfermera y
presidenta de la Asociación española de Micropigmentación Estética, Paramédica
y Oncológica (AMEPO).
Depende
del paciente es recomendable hacerlo en una u otra zona. Siempre se necesita la
autorización del oncólogo y suele realizarse o antes o después de la quimio, ya que durante el tratamiento suelen estar bajas
sus defensas, precisa la experta de la Clínica de micropigmentación Rocasolano de Zaragoza.
Pérez
Sancho detalla que las zonas más tatuadas con micropigmentación son las areolas
mamarias. Para ello, detalla, se toma como modelo la areola de la mama sana,
siempre y cuando no se haya procedido a la mastectomía de las dos mamas.
Después, se crea una que tenga la misma forma, tamaño y color que la de la mama
sana, a partir de técnicas hiperrealistas en tres
dimensiones, y gracias también a un amplio abanico de colores.
También
con esta técnica se camuflan las secuelas de cualquier intervención del proceso
oncológico, y se disimulan las cicatrices. En este sentido, Katy
Rocasolano, miembro de la Academia Americana de
Micropigmentación (AAM, por sus siglas en inglés) destaca que este
procedimiento también es importante para 'relajarlas' tras una operación
oncológica, de forma que las cicatrices no tiren o molesten cuando, por
ejemplo, va a cambiar el tiempo. "Un 70% de las personas notan tirantez en
las cicatrices. Se pueden relajar con una técnica sin color que las distiende,
no sólo a nivel estético, sino también para reducir esa tirantez", precisa
en una entrevista con Infosalus.
Una tinta semipermanente y sin apenas dolor
Pero,
¿en qué consiste la micropigmentación? Rocasolano,
con certificación CPCP de la Sociedad de Cosmética Profesional Permanente
internacional, explica que esta técnica representa una especialidad estética
que busca corregir o modificar un rostro, o bien cualquier parte del cuerpo,
mediante la implantación de pigmentos a nivel epidérmico de forma "natural
y segura". Aquí la especialista recalca la importancia del diseño y de la
armonía del color para lograr un resultado lo más natural posible, tanto en el
cuerpo como en el rostro. "Para mi es una puerta hacia la felicidad porque
logra elevar la autoestima de estos pacientes oncológicos", resalta.
A su
juicio, este procedimiento también refuerza las relaciones sociales, porque si
una persona está mejor consigo misma lo podrá transmitir a los demás. "Al
realizar la micropigmentación es mejor huir de la exageración, siempre menos es
más, y los resultados tienen que ser sutiles y creíbles", subraya la
especialista. De esta manera, defiende, se consigue que las personas se vean
mejor y no sepan por qué. "La micropigmentación debe encajar en la
morfología de la persona", precisa.
Uno de
los aspectos que diferencia esta técnica estética del tatuaje es su duración.
La micropigmentación permanece entre uno y cinco años. "Pero no tiene nada
que ver cómo estará el primer año a los siguientes, ya que tiene lugar un
desvanecimiento del color progresivo. Por eso, cada cierto tiempo, se
recomienda un repaso, especialmente en la zona del rostro. Mientras que en el
tatuaje el color va cambiando pero hacia tonos más apagados", precisa.
Además,
en la micropigmentación los pigmentos pasan por un control sanitario, no
provocan irritación. Igualmente, se diferencian en los pigmentos y en la tinta,
que tienen diferencias moleculares. A su vez, en la micropigmentación se
trabaja entre la epidermis y la dermis (entre los 0,8 milímetros y los 1,6
milímetros) y no se atraviesa la capa basal, mientras que en el tatuaje se pasa
a la parte más profunda de la piel, a unos seis o siete milímetros.
"Al
afectar a la capa más externa de la piel, la regeneración celular es más
constante y por eso se desvanece antes la micropigmentación", señala Rocasolano. La duración depende también del tipo de piel.
"No se desvanece de igual forma en pieles secas o grasas, o en pieles
expuestas al sol. El sol es el enemigo número uno para la salud de la piel,
pero también de la micropigmentación", apostilla.
Por
otro lado, precisa que esta técnica no suele causar dolor en el paciente, ya
que siempre suele estar anestesiado. No obstante, puede llegar a molestar un
poco, pero todo dependerá del paciente y de su nivel de resistencia al dolor.
Finalmente,
resalta que es muy importante la información sobre el proceso de la
micropigmentación, que se hagan simulaciones para que el paciente sepa que no
sirve cualquier cosa. "Hay que respetar la morfología de la persona y se
hacen una serie de mediciones previas para mostrar a los pacientes que se va a
obtener un resultado seguro y natural", sentencia.